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Jóvenes trabajando alrededor de un escritorioHace unos meses, nuestros compañeros de Workplace Hub escribieron en su blog un artículo que apuntaba hacia los cinco factores más importantes en la transformación del entorno de trabajo.

Con el auge de la inteligencia artificial, el despegue de los vehículos autónomos, la ubicuidad de los dispositivos conectados y los cambios en las relaciones sociales, no cabe duda de que dentro de unos años la forma de trabajar se parecerá poco a los puestos de trabajo que ocupaban nuestros padres o nuestros abuelos: el reloj de oro por 30 años de servicio, el administrativo con poca imaginación pero indispensable, la máquina de fichar… Muchos elementos han desaparecido ya del paisaje laboral y otros, sin embargo, se han instalado de forma imparable.

¿Cuáles son entonces esos cinco factores que ya están cambiando la forma en que trabajamos?

1. Arriba los robots

Desde Metrópolis (1927) y su robot impostor, hasta Terminator (1984) y su distopía dominada por las máquinas, el cine y la imaginación de los novelistas de ciencia ficción nos han hecho pensar en los robots (salvo algunas simpáticas excepciones) como enemigos de la especie humana. El desempleo tecnológico, temido en la época moderna con la llegada de los telares automáticos en el siglo XVIII, aumentado después de la Gran Guerra con la mecanización agraria y exacerbado por la amenaza de la deshumanización del trabajo a finales de los años 1970, ha sido una constante preocupación sobre todo para los trabajadores manuales.

Sin embargo, hoy día existe el consenso general de que la innovación no provoca desempleo a largo plazo. Sí es necesaria una adaptación a las nuevas formas de hacer las cosas, más eficientes y productivas y menos sujetas a los errores humanos. El trabajo hecho por robots, no solamente los robots mecánicos que todos tenemos en mente al pensar en entornos industriales, sino también avanzados algoritmos que residen en las entrañas de ordenadores, tabletas y teléfonos móviles, libera recursos humanos que pueden ser entonces empleados en una mayor diversificación de las economías.

2. Abajo las jerarquías

Las interacciones sociales están cambiando. Los jóvenes ya no se callan cuando hablan los mayores, las relaciones padre-hijo ya no son de respetuosa sumisión frente al progenitor y los maestros a veces se las ven y se las desean para imponer disciplina en las aulas.

Estos nuevos componentes de la fuerza laboral no esperan tener que someterse a rígidas estructuras. Pero además es que el entorno innovador exige la desaparición las jerarquías autoritarias y la creación de ambientes colaborativos y flexibles. El escalafón corporativo se está aplanando cada vez más. El trabajador y las ideas se tienen que poder mover horizontal, vertical y diagonalmente en la empresa para que ésta sea competitiva y atraiga al talento.

3. La libertad al poder

Los empleados actuales quieren movilidad y flexibilidad, los millennials buscan compatibilizar vida laboral y personal, y los corsés de los “puestos” de trabajo están desapareciendo a medida que la tecnología móvil y la conectividad nos permiten hacer muchas tareas desde casa, desde la cafetería de la esquina o desde el otro extremo del mundo.

Pero además los trabajadores cada vez demandan más libertad sobre sus propias decisiones y sobre los trabajos que quieren o no aceptar. Y se convierten en autónomos.

El freelancing se está extendiendo, y esta nueva oleada de trabajadores libres se mueve de encargo en encargo.

La pregunta cuando conoces a alguien en una fiesta ya no es “dónde trabajas”, sino “en qué estás trabajando”.

4. Adiós a la gran ciudad

Los precios de la vivienda en las grandes ciudades que tradicionalmente han atraído el talento y la mano de obra hacen imposible para muchos el establecerse en ellas. La tecnología nos permite, como hemos dicho, trabajar desde cualquier sitio. Aun así, la mayor parte de los trabajadores no renuncia a la vida social urbana yéndose a una casita en el campo desde la que trabajar sin distracciones, sino que todavía buscamos la compañía de nuestros congéneres y el ambiente cultural de la ciudad, aunque ésta ya no sea tan grande.

La fuerza laboral está abandonando el concepto de “ciudad dormitorio” para habitar las nuevas “ciudades vivienda y oficina”; pequeñas capitales de provincia o poblaciones secundarias con todos los servicios, vida social y buenas escuelas son una buena alternativa para quien no tiene que ir todos los días a la oficina.

5. Trabajo en todas partes

La realidad virtual, la realidad aumentada, la telepresencia, las herramientas colaborativas, la computación en la nube… Estés donde estés puedes trabajar e interactuar con tus compañeros casi como si estuvierais en la misma sala. La colaboración y la flexibilidad están cambiando nuestra forma de concebir el puesto de trabajo.

Lo importante ya no es dónde trabajas, sino qué haces. Esos 45 minutos que antes pasabas en el transporte público, ahora son para producir, pensar, estar con los tuyos. Seguir trabajando o no.

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